Capítulo 1. Cuando ya no hay paz.
... Su corazón estaba atado a esta humilde parcela de tierra situada cerca de Asís, y a su iglesita de Santa María, que él mismo había restaurado con sus manos. ¿No era allí donde 15 años antes el Señor le había hecho la gracia de comenzar a vivir con algunos hermanos según el Evangelio? Todo era entonces bello y luminoso, como una primavera de la Umbría, los hermanos formaban una verdadera comunidad de amigos. Entre ellos el trato era fácil, simple, transparente. Era en verdad la transparencia de una fuente. Cada uno estaba sometido a todos y no tenía mas que un deseo: seguir la vida y pobreza del altísimo Señor Jesucristo... Pero ahora todo estaba amenazando ruina... -Porque, añadían, en la Iglesia, cómo en todas partes, se respeta al que se hace respetar. Estos, pensaba tristemente Francisco, no tienen el gusto de la simplicidad y de la pobreza evangélica.
...Y eso le hacía daño, muchísimo daño. Y luego los otros, todos los que so capa de libertad evangélica o por tener aspecto de menospreciarse a sí mismos se permitían toda clase de fantasías y originalidades del peor gusto. ...-Tengo ganas -dijo- de llegar allá arriba y encontrar un verdadero nido de Evangelio. Sobre el monte el aire es más puro y los hombres están más cerca de Dios.
...-El Evangelio no tiene necesidad de ser justificado. Hay que tomarlo o dejarlo.
...Ya no podía mostrar a sus hermanos el rostro abierto y alegre, como siempre había hecho. Y por eso se iba lejos,...
...Lo que le agotaba no era el peso de los años...Lo que le hacía andar así, casi titubeando, era el pensamiento y el cuidado de cada uno de sus hermanos en particular.
...No había roto su capacidad. No había hecho más que profundizarla y purificarla.
...Tenía por costumbre decir siempre cuando llegaba a una casa: "Paz a esta casa", como pide el Señor en el Evangelio. Pero ¿tenía derecho a hacerlo ahora? ¿no era desleal por su parte ofrecer una cosa que no tenía, presentarse como un mensajero de paz cuando tenía el corazón vacío de ella?... En su noche no había estrellas. Pero ¿es que hacía falta que amaneciera el día para seguir el Evangelio y obrar como pide el Señor?
Capítulo 2. Solo en la noche.
...Allá arriba se seguía la regla que Francisco había dado no hacía mucho, especialmente para las ermitas...
...Sin comodidad ni brillo, esta vida no toleraba artificios. EL hombre se veía obligado a reencontrar su verdad. Se hacía sobrio de palabras y de gestos. Sus mismos sentimientos se apaciguaban y se hacían más simples. No a fuerza de lecturas ni de replegamiento sobre sí, sino por esta santa y áspera obediencia a las cosas a que obliga la pobreza cuando se acepta en todo su rigor...
...Nada ayuda a saborear ni a comprender tanto la palabra de salvación como vivirla uno mismo hasta el límite. Solamente cuando uno se ha expuesto a todas las intemperies, se da cuenta verdaderamente de lo que es un techo. Y lo mismo cuando se vive lejos de todo apoyo humano y de todo lo que da habitualmente a la existencia una apariencia de solidez, se encuentra la verdad de estas palabras: "Mi roca, mi fortaleza, eres Tú"...
...Le parecía entonces que Dios se había alejado de él, y llegaba a preguntarse si no había presumido de sus fuerzas...
...Ya no sabía lo que Dios quería de él y se preguntaba con angustia qué debía hacer para serle agradable... Creía que se había dejado conducir por Dios. Y había tropezado con el fracaso...
...Solo, en la noche, Francisco temblaba también. Pero no era con ese miedo que tienen los hombres cuando sienten su vida amenazada. Temblaba por no conocer los designios de Dios sobre él. Se preguntaba qué era lo que Dios quería de él y temía no oír su voz...
Capítulo 3. La última estrella.
...-Sí, nuestro padre está en peligro -dijo Clara-. Pero la mano de Dios no lo ha dejado. Es ella la que le conduce. Seguramente, Dios quiere purificarlo como el oro en el crisol. Y nos lo devolverá más resplandeciente que el sol, no lo dudo. El amanecer de Dios en su alma es más cierto que el de la aurora sobre la tierra. Pero nosotros tenemos que rodearle y sostenerle en esta prueba terrible, para que la amargura no eche raíces en su corazón. No basta que el grano germine y dé fruto. Es preciso velar para que el fruto no sea amargo. La amargura estropea toda madurez. Ese es el gusano roedor. Ahí está el peligro, hermano León...
...-Sólo Dios es santo -replico vivamente Francisco-. Y yo no soy más que un pecador. ¿Lo oyes, hermano León? un vil pecador. Sólo me queda una cosa en mi noche: y es la inmensa piedad de mi Dios. No, yo no puedo dudar de la inmensa piedad de mi Dios. Pide solamente, hermano León, para que en mis tinieblas no se apague a mis ojos esta última estrella.
Capítulo 4. El gemido de un pobre.
...Decirle que no tenía nada contra la ciencia ni contra la propiedad en general, pero que sabía é1, el hijo del rico mercader de tejidos de Asís, lo difícil que es poseer algo y seguir siendo el amigo de todos los hombres, y, sobre todo, el amigo de Jesucristo. Que allí donde cada uno se esfuerza en hacerse un haber ya se ha acabado la verdadera comunidad de hermanos y amigos. Y que no se podrá nunca hacer que el hombre que tiene algunos bienes a la vista no tome espontáneamente una actitud defensiva con respecto a los otros hombres...
...-En la hora de la prueba, en la tentación o en la tristeza, no son los 1ibros los que pueden venir a ayudarnos, sino simplemente la palabra del Señor Jesucristo.
...-Ahora yo sé a Jesús pobre y crucificado. Esto me basta.
...La tristeza en que estaba sumergido su padre les hundía. Y, sin embargo, cuando é1 se encontraba en medio de ellos se esforzaba en no dejar aparecer los sentimientos profundos que le torturaban. Se mostraba afable, atento a cada uno de ellos y de una bondad exquisita...
...Antes, cuando los hermanos iban por ramas al bosque les recomendaba que no cogieran las cepas, para dejarles la esperanza de reverdecer. Ahora se preguntaba ansiosamente si la cepa había sido bastante perdonada y si un día iba a poder volver a brotar.
Capítulo 5. Cada vez más tinieblas.
...El hombre está solo ante Dios, sin escapada posible, sin libros para distraerle, nadie que le mire o le anime. Se encuentra siempre vuelto a sí mismo...
...Deja esos pensamientos y vuelve con nosotros. Tenemos todos necesidad de ti...
Capítulo 6. ¿Empieza a clarear el alba?.
...Pero el Señor no nos ha pedido, a nosotros, hermanos menores, ni hacer, ni retornar ni, defender nada en la Santa Iglesia. El mismo me ha revelado que debíamos vivir según la forma del Santo Evangelio. Vivir, sí, simplemente vivir. Eso sólo, pero plenamente...
...Serán verdaderos hijos del Evangelio. Serán hombres libres porque nada limitará sus horizontes. Y el Espíritu del Señor soplará en ellos como quiera.
...-Si supiera sólo lo que tengo que hacer.
-Quizá no haya nada que hacer.
...-Sabe esperar, como Dios solo sabe esperar... Espera siempre. Hasta el fin... Nosotros tenemos pena que la cizaña pueda quizás cambiar un día en trigo y dar hermosos granos rojos y dorados...
...-El corazón de Dios no late al mismo ritmo que el nuestro. Tiene su movimiento propio. El de su eterna misericordia, que se extiende de edad en edad y no envejece nunca. Nos es muy difícil entrar en este tiempo divino. Y, sin embargo, solamente en él podemos encontrar la paz.
...-...Pero si viniera a decirme que ha prendido fuego al monasterio y que está quemado ya todo o casi todo, creo que en ese momento no tendría nada que decirle. Me encontraría ante un acontecimiento que me sobrepasa. La destrucción del monasterio es verdaderamente algo demasiado grande para que me turbe profundamente. Lo que Dios ha construido el mismo, no se sostendría por la voluntad o el capricho de una criatura. Tiene otra clase de solidez.
...-¡Ay! -dijo Francisco-. En mi noche ando a tientas y no veo nada.
-Pero Dios te conduce, a pesar de todo -aseguró Clara.
-Lo creo, a pesar de todo -aseguró Francisco.
...El campesino reía de buena gana, De repente, mirando fijamente a Francisco, se puso serio.
-Pero ¿no eres tú el hermano Francisco? los hermanos de la ermita que vienen a pedir a casa nos han dicho que el hermano Francisco vivía con ellos allá arriba, en la montaña.
-Soy yo -respondió simplemente Francisco.
-Pues bien -dijo el campesino, en tono casi confidencial, golpeándole amistosamente el hombro-. Trata de ser tan bueno como se dice. Mucha gente ha puesto su confianza en ti; es preciso no decepcionarles.
-Dios solo es bueno, Paolo -dijo Francisco-. Yo no soy mas que un pecador. Escúchame bien, amigo: si el último tipo hubiera recibido tantas gracias como yo he recibido, me pasaría cien codos en santidad.
-¿Y yo? -contestó el paisano bromeando-, también puedo llegar a ser santo?
-Pues claro, Paolo -dijo Francisco-. A ti también te quiere Dios. Tanto como a mí. Basta creer en ese amor para que se te cambie el corazón.
Capítulo 7. Una alondra cantó sobre los arados.
...Durante la comida, Francisco se mostró muy a gusto. Había colocado a Rufino cerca de é1 y le hablaba con naturalidad, como sí nada hubiera pasado. Como si Rufino hubiera estado a11í realmente no sólo de cuerpo, sino de corazón... Sus palabras, sus actitudes, no le venían dictadas del exterior. Vivía profundamente, intensamente. Y esta plenitud de vida y de bondad se desbordaba hacia afuera, sin ninguna premeditación, siguiendo su ritmo propio.
...Y mientras decía las palabras: "Dios mío, Dios mío, ¿Porqué me has abandonado?", le cogió como nunca ese sentimiento de abandono expresado por el Señor mismo... No lo encerraba en su sufrimiento. Al contrario, le abría al de Cristo por lo más profundo de sí mismo... Participaba en él. Lo sufría como una experiencia personal. Hasta la náusea... Era preciso seguir hasta el fin. Y, como él, dejarse conducir por Dios a través de un abismo de abandono y gustar, en una soledad atroz, la áspera muerte del Hijo del Hombre.
...Cristo había muerto, se había entregado a su padre en un derrumbamiento total. Había aceptado el fracaso... Ya no quedaba más que esta sola realidad desmesurada: Dios es. Eso solo importaba.
...-...Yo soy el Señor y el pastor. Es cosa mía. No te asustes más.
Capítulo 8. Sí supiéramos adorar.
...-Seguía juzgando a la gente y a las cosas según lo había visto hacer en mí casa, en mi familia... Al hacerme fraile menor juzgaba igualmente que hacer el oficio de portero o de cocinero, como ir a pedir o cuidar de los leprosos, era rebajarse a una condición inferior.
...-Me humillaba por deber y verdaderamente yo me sentía humillado por ello.
...-Terminé, naturalmente, por pensar que los otros hermanos, los que iban a predicar, me tomaban por su criado.
...-Así lo hacía todo por deber. Creía que eso era la vida religiosa, pero yo me estaba esforzando en meterme un vestido mal cortado sin poder parar dentro. En cuanto podía me libraba. Mí vida, mi verdadera vida, estaba en otra parte. Estaba allí donde yo me encontraba a mí mismo. Cada día, en efecto, no tenía más que una prisa: terminar con esos viles empleos para refugiarme en la soledad.
...-Todo lo que hacía por deber lo hacía sin corazón, como un forzado que arrastra su cadena... Veía en cada uno de ellos un señor, del cual era yo esclavo. Me sentía despreciado.
...-El Señor ha tenido piedad de ti -dijo Francisco-. Y es así como tiene piedad de cada uno de nosotros. A su hora. En el momento que nosotros lo esperamos menos.
...-En una familia en donde no hay criados, las cosas se hacen con naturalidad, es la madre la que hace la comida, sirve la mesa, limpia la casa y se molesta por todos a todas horas... No se cree la criada. Ama a su marido y a sus hijos.
...-Pensaba que había dejado el mundo porque había cambiado de ocupación. Me había olvidado de cambiar de alma.
...-Ahora sabes lo que es un hermano menor: un pobre, según el Evangelio; un hombre que, libremente, ha renunciado a ejercer todo poder, toda clase de dominio sobre otros, y que, sin embargo, no es conducido por un alma de esclavo, sino por el espíritu más noble que hay, el del Señor. Esta vía es difícil. Pocos la encuentran. Es una gracia...
...-No llegarás a ello luchando, sino adorando -replica dulcemente Francisco-... Dios es, eso le basta. Y eso le hace libre.
...-Sí supiéramos adorar -dijo entonces Francisco-, nada podría verdaderamente turbarnos...
Capítulo 9. No hay que despreciar nada.
...La luz que brillaba ahora en su mirada había arrojado de su rostro todos los trazos de sombra, pero no llegaba a borrar en ella la expresión de gravedad donde se leía la profundidad de un alma que Dios mismo ha vaciado para vivir en ella más a gusto.
...Le gustaba ir allí a recogerse y rezar. No decía nada o casi nada. Su oración no estaba hecha de fórmulas. Escuchaba, sobre todo. Se contentaba con estar y prestar atención... Era preciso saber escuchar y comprender, sin rechazar nada, sin turbar nada, humildemente y con el mayor respeto, haciendo silencio en si mismo... El viento se había hecho su gran amigo. ...Pobre entre los pobres... No guardaba nada para él. Sembraba y pasaba... No atado a nada era libre en el espacio inmenso. Soplaba donde quería, a imagen del Espíritu del Señor,...
...El dolor de esta madre no le era ajeno. La comprendía mejor que nadie, porque é1 mismo, desde hacia meses, sufría un dolor idéntico.
...-Es preciso, sobre todo, no perder la confianza. Se puede perder todo pero no la confianza.
...El sufrimiento de este mundo le pareció inmenso y sin fondo, como la noche.
Capítulo 10. No se puede impedir al sol que brille.
...-¡Ay si pudiéramos tener un poco de esta pureza -respondió León-, también nosotros conoceríamos la alegría loca y desbordante de nuestra hermana agua y su impulso irresistible!
...-...No te preocupes tanto de la pureza de tu alma. Vuelve tu mirada hacia Dios. Admírale. Alégrate de lo que él es... Y cuando te hayas vuelto así hacia Dios, no vuelvas mas sobre ti mismo. No te preguntes en donde estás con respecto a Dios. ...E1 corazón puro es el que no cesa de adorar al Señor vivo y verdadero. Toma un interés profundo en la vida misma de Dios y es capaz, en medio de todas sus miserias, de vibrar con la eterna inocencia y la eterna alegría de Dios.
...-Es verdad -respondió Francisco-. Pero la santidad no es un cumplimiento en sí mismo, ni una plenitud que se da. Es, en primer lugar, un vacío que se descubre, y que se acepta, y que Dios viene a llenar en la medida en que uno se abre a su plenitud.
...-Es preciso solamente no guardar nada de sí mismo. Barrerlo todo, aun esa percepción aguda de nuestra miseria; dejar sitio libre; aceptar el ser pobre; ...su deseo de perfección se ha cambiado en un simple y puro querer a Dios.
...-...Ahora ya no pido cuentas a Dios. He comprendido que esta actitud era infantil y ridícula. Dios es como el sol. Se le vea o no se le vea, que aparezca o se oculte, él brilla.
...-...Depende de cada uno de nosotros, por nuestra parte, que los hombres sientan o no la misericordia de Dios. Por eso la bondad es una cosa tan grande.
...-...Qué podíamos hacer para vivir de una manera más perfecta. Podemos, desde luego, dejar a nuestros hijos para llevar la vida de los hermanos, pero ¿cómo tenemos que hacerlo?
-Basta con observar el Santo Evangelio en el estado mismo en que el Señor os ha llamado -respondió simplemente Francisco.
-Pero ¿cómo hacer eso en la práctica?.
...-"Que el más grande entre vosotros sea como el más pequeño, y el jefe como el que sirve."... Tendrá cuidado de cada uno de ellos con tanta bondad como quisiera que le mostraran si estuviera é1 en su sitio... Y ante una falta de uno de ellos, no se irritará contra él, sino que con toda paciencia y humildad le advertirá y le soportará con du1zura. Eso es vivir el Santo Evange1io... Es preciso volver siempre a la simplicidad del Evangelio... Pero por una sola palabra que les parece una afrenta contra su cuerpo, y por una bagatela que les roban, enseguida se ponen escandalizados y turbados. Esos no son pobres de espíritu;...
...Esta imagen de oprobio y de dolor era verdaderamente la luz que aclaraba sus pasos. Era la que le descubría la creación.
Capítulo 11. Más pobre que el leño muerto.
...-Porque hace un momento, mientras rezábamos tercia, me distraía tanto que acaparaba toda mí atención. Era justo que en recompensa la sacrificara al Señor -explicó Francisco.
...-...Lo importante es estar presto a hacer este sacrificio al Señor. Solo con esta condición conserva su alma disponible.
...-...EL hombre no es grande hasta que se eleva por encima de su obra para no ver más que a Dios... Quemar un cesto de mimbre que ha hecho uno mismo no es nada, ya ves, aunque está muy bien hecho, pero despegarse de la obra de toda una vida es algo muy distinto... El hombre no es salvado por sus obras, por muy buenas que sean. Es preciso que se haga él mismo obra de Dios... Solamente a partir de este estado de abandono y en esta confesión de pobreza, el hombre puede abrir a Dios un crédito ilimitado, confiándole la iniciativa absoluta de su existencia y de su salvación.
Capítulo 12. Más lleno de sol que el verano.
...-...Se les llama los innovadores, pero han seducida a muchos y la desgracia es que, por reacción contra ellos, algunos hermanos se dejan ir a toda clase de excentricidades del peor gusto, bajo pretexto de austeridad y de simplicidad evangélicas... No se dan cuenta de que obrando así desacreditan a todos los hermanos...
...Francisco se callaba.
Su mirada estaba fija en el suelo sembrado de agujas y de ramitas secas. Se puso a pensar que la menor chispa caída al azar sobre esta alfombra bastaría para abrasar todo el bosque.
...-Es verdad, Tancredo. Están los otros, he pensado muchísimo en esto, créeme -dijo Francisco-, pero no se ayuda a los hombres a practicar la dulzura y la paciencia evangélicas comenzando por golpear con el puño a todos los que no son de nuestro parecer, sino más bien aceptando uno mismo los golpes.
...-...Si el Señor quisiera arrojar de delante de su rostro todo lo que hay de impuro y de indigno, ¿crees que habría muchos que pudiesen encontrar gracia?, seriamos todos barridos, pobre amigo mío. Nosotros como los otros... Lo ha hecho para mostrarnos que él era el dueño de su casa, pero, ya lo habrás notado, no lo ha hecho más que una solo vez y como jugando, después de lo cual é1 se ofreció a si mismo a los golpes de sus perseguidores, y nos ha mostrado de ese modo lo que os la paciencia de Dios.
...-...Me ha hecho ver que la más alta actividad del hombre y su madurez no consiste en la prosecución de una idea, por muy elevada y muy santa que sea, sino en la aceptación humilde y alegre de lo que es, de todo lo que es. El hombre que sigue su idea permanece cerrado en sí mismo... Le falta el silencio, la profundidad y la paz.
...-...Sólo el hombre que acepta a Dios de esta manera es capaz de aceptarse verdaderamente a sí mismo. Se hace libre de todo querer particular.
...-...Nos es preciso aprender a ver el mal y el pecado como Dios lo ve. Eso es precisamente lo difícil, porque donde nosotros vemos naturalmente una falta a condenar y a castigar, Dios ve primeramente una miseria a socorrer... Nadie ama como Él, pero nosotros debemos intentar imitarle. Hasta ahora no hemos hecho todavía nada. Empecemos, pues, a hacer algo.
...-...Mira, evangelizar a un hombre es decirle: "Tu también eres amado de Dios en el Señor Jesús", y no sólo decírselo, sino pensarlo realmente. Y no sólo pensarlo, sino portarse con este hombre de tal manera que sienta y descubra que hay en él algo de salvado, algo más grande y más noble de lo que él pensaba... Y eso no podemos hacerlo más que ofreciéndole nuestra amistad; una amistad real, desinteresada, sin condescendencia, hecha de confianza y de estima profundas. Es preciso ir hacía los hombres... Es preciso, sobre todo, que al ir hacia ellos no les aparezcamos como una nueva especie de competidores. Debemos ser en medio de ellos testigos pacíficos del Todopoderoso, hombres sin avaricias y sin desprecios, capaces de hacerse realmente sus amigos. Es nuestra amistad lo que ellos esperan, una amistad que les haga sentir que son amados de Dios y salvados en Jesucristo."
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